La Anarquía explicada a los niños

José Antonio Emmanuel

Malagueño, maestro y filántropo anarquista, primo hermano de Pablo Ruiz Picasso, José Antonio Emmanuel es uno de los diversos alias del pedagogo José Ruíz Rodríguez. A principios de los años treinta, tras la proclamación de la II República, Max Bembo (pseudónimo con el que firmó el ensayo La mala vida en Barcelona: Anormalidad, miseria y vicio) deja paso a José Antonio Emmanuel, quien colaboró con el Comité Internacional de Escuelas a fin de fomentar las escuelas racionalistas. Paralelamente, promovió la Biblioteca Anarquista Internacional (B. A. I.), una pequeña editorial con sede en calle Montserrat de Barcelona, responsable de la colección «Biblioteca Internacional», que contó con once títulos publicados en apenas dos años. Eran pequeñas obras de propaganda ideológica que costaban 20 céntimos y que explicaban conceptos como la organización del proletariado, la acción sindical o la anarquía. En este último caso destacan los folletos La anarquía explicada a los niños y La anarquía explicada a las mujeres, otro folleto de características semejantes.

Fábrica de Estampas

Buenos Aires, 2011. Colectivo gráfico y taller de grabado argentino formado por las especialistas Delfina Estrada y Victoria Volpini. Se conocieron estudiando Bellas Artes en el Instituto Universitario Nacional del Arte (IUNA) y, cuando descubrieron su interés común en el grabado, montaron el primer taller en el garaje de la casa de uno de sus padres.

Ahora, ubicadas en un nuevo taller que conserva la fisonomía de una esquina comercial de décadas pasadas, comparten otras formas de arte abriendo sus puertas al barrio. Se encargan de la ilustración, impresión y edición de series limitadas de estampas y publicaciones artesanales. Además, brindan talleres de grabado móviles en comunidades, museos, galerías, escuelas y barrios, con el deseo de que la gráfica pueda ser un puente para conectar mundos y, con su carácter múltiple, ayudar a liberar las obras de su confinamiento en el mundo del arte.

Les interesa difundir el grabado y preservarlo, pero rehusan la visión ortodoxa e individualista: “El trabajo del artista suele ser tan solitario, tan de alimentar el propio ego. El grabado, en cambio, requiere otros movimientos: tallar, entintar, preparar el papel; su dinámica habilita el trabajar con otros. A su vez, el colectivo de alguna manera nos protege, es un modo de poner distancia. Vamos en contra de la autorreferencia vigente, Fábrica es antiselfie, un proyecto que está más allá de las personas individuales” (Aurea, 2018).